miércoles, 31 de diciembre de 2008

La imaginación y el poder

Va la parte que hice para la cátedra que tomé con Jorge Volpi. El curso se trató sobre la imaginación y el poder. Yo escogí hacer la introducción, así que la pongo aquí:

Queremos comenzar este trabajo con una advertencia. En la película Citizen Kane se lee al inicio un letrero en una reja: “No trespassing”. La advertencia es clara; la aproximación excesiva a la intimidad de una persona o a un objeto es algo que debe evitarse si queremos evitar ser atrapados por su dimensión monstruosa. ¿No es un monstruo cualquier ser incapaz de ocultar su intimidad? Los asesinos llevan a la práctica un deseo del que ningún ser humano está exento, lo mismo los violadores, ladrones… en un nivel más literario, la creatura fabricada por el doctor Frankenstein, por ejemplo, viste por fuera la condición humana: somos una colección de cadáveres (nuestras costuras son menos visibles), al intentar comunicarnos con otros seres sólo producimos balbuceos incomprensibles, gritamos desesperadamente: “friend?”, mientras nos aproximamos a cualquier persona, pero al ver nuestros secretos todos huyen despavoridos.

Así pues, advertimos al lector: va a entrar a un terreno peligroso, la intimidad quedará expuesta, Frankenstein se acerca.

Dice Borges que no hay instante que no pueda ser el cráter del Infierno, a nosotros nos ocurrió en el Salón Corona —enfrente está la American Bookstore, donde puede conseguirse una buena edición en inglés de 1984, el libro en que basaremos nuestro trabajo—; luego de un par de tarros de cerveza y unas palabras el tema se aclaró. Antes de que entráramos en la cantina el ambiente del interior nos parecía muy distinto al que estábamos experimentando en ese momento. ¿No es siempre extraño ser el conductor designado? Es en cierta manera semejante a lo que ocurrió con el antisemitismo fascista y que explica Zizek en The reality of the Virtual[1]: el judío era un intruso que brutalmente disturbaba el balance social y deformaba el espacio social, como si la realidad fuera armoniosa y entonces un elemento externo la distorsionara; sin embargo, es posible ver las cosas en el sentido opuesto: no es que hubiera antagonismo social, desorden, pobreza, etcétera, debido a los judíos, sino que la realidad ya presentaba la curvatura que se le achacaba haber provocado al judío. Los antagonismos sociales vienen primero, el espacio social ya está distorsionado y para justificarlo los fascistas inventaron la figura del judío. Hay que hacer referencia a la categoría kantiana del Einbildungskraft, o el poder trascendental de la imaginación: para reconocer al enemigo, debemos "esquematizar" la figura lógica del Enemigo (con mayúsculas), dotándola de características concretas que lo convertirán en objetivo apropiado de la lucha y el odio.[2]

En un bar, si nos es permitido el ejemplo vulgar, podríamos pensar (si estamos sobrios) que toda esa alegría desmedida y la camaradería desaforada de los felices bebedores son una distorsión del espacio social, pero no pensamos que sea muy diferente al ejemplo de los judíos. La curvatura en la realidad que parecemos percibir gracias a los bebedores no es tan ajena como podríamos pensar y la muestra está en que a los que están tomando no les parece en lo absoluto estar actuando de una manera poco real: la conocida exclamación “¡no estoy borracho, sólo estoy feliz!” tiene más seriedad de la que creemos. Es obvio que ambos ejemplos no son equivalentes: Zizek quiere mostrar lo útil que es su concepción de virtualidad para explicar fenómenos políticos; nosotros queremos mostrar que si todos estuviéramos tomados, nadie se daría cuenta de ello. No es que la realidad sea un objeto sólido e inamovible, sino que la categoría de la realidad es una ruptura estructural, es la curvatura en sí misma, es la diferencia pura que paradójicamente surge antes que los términos a los que se refiere, es insubstancial. Me explico: no es que tengamos dos términos y luego la diferencia entre ellos, sino que los términos surgen después como intentos de cubrir, de liberar la tensión de esta diferencia. El ejemplo más claro de esto es la izquierda y la derecha política: si un izquierdista es preguntado sobre la estructura social, sobre cómo ve la sociedad dará una respuesta distinta a la de un partidario de la derecha, incluso llegará a decir que la derecha es una intrusión en el orden social (de manera semejante a la de los fascistas y los judíos); lo mismo ocurrirá si le preguntamos a un partidario de la derecha. Lo que interesa aquí es que no hay manera neutral de aproximarse a lo que dice la izquierda o la derecha: hay aproximaciones de izquierda y de derecha. Lo mismo ocurre con los géneros sexuales: puedes tener una aproximación masculina o femenina, es imposible ser objetivo (pues no hay un objeto como tal, al cual sea posible aferrarse). En el Salón Corona pensamos en eso: tal vez estas personas están tomadas, pero ésa es nuestra apreciación de sobrios, si estuviéramos igual de tomados no podríamos ver a estas personas de la misma manera: no puede haber apreciación objetiva, pues o se está sobrio o se está tomado y todos los juicios parten de alguna de las dos posturas, pero no de algún lugar objetivo externo.

¿Qué tiene que ver todo esto con 1984, el poder y la imaginación? Lo respondo con una pregunta, pero antes hay que hacer un breve resumen del texto. El libro de George Orwell es una obra dura y seca sobre un futuro devastador, tiránico, en guerra constante. A grandes rasgos nos cuenta la historia de un régimen invencible desde el punto de vista de Winston Smith y un narrador omnisciente en tercera persona. Hondaremos más adelante sobre rasgos particulares, por ahora, que baste con eso. Ahora la respuesta: si nuestra sociedad fuera igual a la de 1984, ¿notaríamos alguna injusticia, algo fuera de lugar? La respuesta es un rotundo no. El tema del libro es el contexto. Si vemos al objeto (la opresión, el control social) demasiado directamente no veremos ninguna distorsión, para poder ver su oblicuidad es necesario que permanezca en el fondo. Es como ver el cuadro de Hans Holbein, The Ambassadors: sólo notaremos dos embajadores y una calavera distorsionada, no podremos ver el tema del cuadro. Para poder verlo es necesario que las dos figuras humanas permanezcan en el contexto; esto se logra viendo el cuadro a través de una cuchara. Veremos entonces el memento mori en primer plano y a los dos embajadores en el background, distorsionados, fútiles. Esto se conoce como anamorfosis. ¿No es Winston la cuchara que nos permite ver la realidad de 1984 más nítidamente? Sin estos personajes lo único que veríamos sería el tema falso del cuadro: los dos embajadores, mientras que el principal aparecería distorsionado, oculto.

El arte es la construcción de la realidad que nos permite vislumbrar lo Real: el mundo despojado de representaciones o fantasías. Su función no es distinta de la del espejo convexo en el cuadro de Holbein: es la imaginación capaz de traspasar el velo de las ideologías y las representaciones (al estilo schopenhaueriano) hasta el núcleo de la realidad. La advertencia que queremos hacer es la siguiente: vamos a analizar por medio de una obra artística las ideologías que utiliza el poder para seguir siendo poder, pero no se piense que el lector o nosotros, los redactores, estamos libres de dichas estructuras imaginarias.

Terminaremos la introducción con varios ejemplos que muestran qué tan inmersos estamos en la ideología posmoderna.

Un ejemplo sencillo: todo sueño, esperanza o anhelo ubicado fuera del espectro de lo ideológicamente aceptable no existe, pues se convierte en locura (toda locura es una incompatibilidad con el sistema ideológico, por algo los atentados suicidas nos parecen obra de lunáticos).

Uno más revelador: todo el mundo ya ha asumido que el capitalismo está aquí para quedarse: que sus problemas se solucionarán paulatinamente, hasta tal punto que es más sencillo, siguiendo el ejemplo de Zizek, imaginar el fin del mundo que el del capitalismo. No es fortuito que en I am legend, por ejemplo, a pesar del colapso total de la civilización, Will Smith conduzca un deportivo último modelo en la primera escena de la película o que en Wall-e a pesar de la extinción de toda la vida sobre el planeta haya una colonia de capitalistas en una nave espacial vacacionando en el espacio.

Uno terrible, cortesía de Zizek:[3]

Esta extraña "coincidencia entre opuestos" fue llevada al límite cuando hace algunos meses Harald Nesvik, miembro derechista del parlamento noruego, propuso a George W. Bush y Tony Blair como candidatos al Premio Nobel de la Paz refiriéndose a su papel decisivo en la "guerra contra el terrorismo". El lema orwelliano "la guerra es la paz" se hace por fin realidad, y es posible presentar la guerra contra los talibán como un medio para garantizar la distribución de la ayuda humanitaria. Guerra y ayuda humanitaria han dejado de ser opuestos: una misma intervención puede funcionar simultáneamente en ambos niveles. El derrocamiento del régimen talibán se presenta como parte de la estrategia que ayudará al pueblo afgano oprimido por el régimen; como dijo Tony Blair, es posible que tengamos que bombardear a los talibán para garantizar el transporte y la distribución de alimentos. Quizás la imagen definitiva de la "población local" como Homo sacer sea la de un avión de guerra norteamericano sobrevolando Afganistán: es imposible saber si va a tirar una bomba o un paquete de comida.

Antes de Kant estábamos en un plano cartesiano, las coordenadas que configuraban lo real ya estaban dadas; la ideología hegemónica actual busca retornar al estado prekantiano ocultando las coordenadas que la configuran. El arte muestra que en cada hombre existe la posibilidad de establecer las coordenadas de lo real. Así, pues hagamos el intento.


[1] Slavoj Zizek: The Reality of the Virtual, una película de Ben Wright, 2004. http://www.realityofthevirtual.com/

[2] Ver: Slavoj Zizek, “¿Estamos en guerra? ¿Tenemos un enemigo?”, texto publicado en The London Review of Books, vol. 24, núm. 10, 23 de mayo de 2002. Título original “Are we in a war? Do we have an enemy?" Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 6-06-02, http://www.nodo50.org/csca/agenda2002/zizek_6-06-02.html

[3] Slavoj Zizek, “¿Estamos en guerra? ¿Tenemos un enemigo?”, texto publicado en The London Review of Books, vol. 24, núm. 10, 23 de mayo de 2002. Título original “Are we in a war? Do we have an enemy?" Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 6-06-02, http://www.nodo50.org/csca/agenda2002/zizek_6-06-02.html

viernes, 26 de diciembre de 2008

Las fotos de Facebook

<< '¿Por qué quieres distanciarte de nosotros
Y de nuestra opinión?'

No escribo para agradaros
Algo debéis aprender.>>

Goethe
[Epigramas domésticos I, 2]

La mayoría de las personas sube las fotos que se toman en las fiestas con sus amigos. No está mal, pero cuando el 90% de tus fotos son de ti poniendo una sonrisa estúpida en una fiesta habría que pensar un poco: cuando la fiesta es en casa de un amigo, ¿se han quedado a recoger? La escena me recuerda a las ferias abandonadas; parecen decir que toda la alegría y felicidad que hubo allí era simulada.

Copio aquí fragmentos del capítulo 49 del segundo tomo de El mundo como voluntad y representación, del filósofo (más literario que he leído) alemán Schopenhauer:

<<El orden de la salvación

Sólo hay un error innato: pensar que existimos para ser felices. Es innato porque coincide con nuestra propia existencia: todo nuestro ser es solo su paráfrasis, y nuestro cuerpo, su monograma: no somos más que voluntad de vivir; la sucesiva satisfacción de todo nuestro querer es lo que entendemos con el concepto de felicidad.

<<Mientras persistimos en este error innato e incluso nos reafirmamos en él mediante dogmas optimistas, el mundo se nos presenta como una total contradicción. Pues a cada paso, en lo grande como en lo pequeño, hemos de experimentar que el mundo y la vida no se han hecho para contener una existencia feliz. Mientras que el hombre irreflexivo se siente atormentado solamente en la realidad, en el que piensa se añade al tormento real la perplejidad teórica de por qué un mundo y una vida que existen para ser feliz en ellos se adecuan tan mal a sus fines. Esa perplejidad se desahoga por lo pronto en suspiros como: "¿Por qué corren tantas lágrimas en el mundo?" y otros similares, y trae como consecuencia unos inquietantes escrúpulos hacia los supuestos de aquellos dogmas optimistas preconcebidos.>>

Nietzsche también lo decía. Cuando salía a caminar (poco antes de volverse loco) fuera de su cabaña y se enfilaba hacia la montaña, seguramente razonó que para disfrutar del efímero gusto de la vista había que sufrir una dura y empinada subida... y aún así, una vez cumplido el goce, ¿qué es lo que queda?..

Hay que regresar con Schopenhauer. La vida es una intermitencia: deseo>goce>tedio>deseo>goce>tedio... como verán sólo una fase de la secuencia involucra algo placentero (y por lo general es muy breve). Una minúscula isla rodeada de aburrimiento, deseos insatisfechos y sufrimiento.

Por eso el genio siempre ha buscado la inmortalidad, en lugar de perder el tiempo en fiestas (¿alguien vio 300?qué gran película).

miércoles, 24 de diciembre de 2008

El desierto

El poema es de Borges. Click para verlo mejor.

El desierto

martes, 23 de diciembre de 2008

¡Batman!

Batman

sábado, 20 de diciembre de 2008

Una imagen dice más que mil palabras…

Sí… claro, pero por algo Gonzalo Celorio nos retaba a decir eso con una imagen. Creo en la supremacía de la palabra; sin embargo, me gustaría mostrarles el 2008 según The Big Picture:

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Entre otras cosas podrán encontrar a mi clon terrorista:

38_17228847

jueves, 11 de diciembre de 2008

Crítica literaria

lulz

(Si no alcanzan a leer, denle click a la imagen.)

lunes, 1 de diciembre de 2008

We belong dead

Va el último ensayo para mi clase de cine. Espero les guste… prometo alguna vez darle una segunda leída y corregir los errores, je.

Karloff, Boris (Bride of Frankenstein, The)_01 

“I’m not human. I’m a monster.” Clama Zizek; el nombre del documental es poco original: Zizek![1] El extraño hombre en la pantalla gesticula exageradamente sobre cómo es peligrosa la moda de algunos intelectuales que gustan jugar al juego “pero ya sabe, quizá tengamos estas diferencias, pero en el fondo todos somos humanos, nos gustan los pequeños placeres de la vida: el chocolate, una buena película…”

Imaginemos la siguiente situación: por fin tenemos oportunidad de conocer al vocalista de nuestro grupo de música favorito o a nuestro escritor preferido, luego de platicar tendidamente nos confiesa su trauma personal más profundo. El carisma se evapora entonces y sentimos la necesidad de salir huyendo de ahí… exceso de proximidad. Es el mismo fenómeno que en las películas de Lynch, pienso en la primera escena de Blue Velvet (1986), por ejemplo (y el ejemplo, de nuevo, es de Zizek): un tranquilo suburbio norteamericano, todo flores y verdor, casas perfectas, un hombre que riega un césped podado con precisión… y, súbitamente, un ataque al corazón; el hombre se toca el pecho, la música se distorsiona, la cámara se aproxima cada vez más a la inmaculada alfombra verde, podemos ver que no es tan pareja y suave como parece, ya podemos distinguir cada hoja de pasto, pero la cámara no se detiene, continúa acercándose, la luz del Sol ya no penetra esas profundidades, debajo de la áspera capa de césped hay tierra y en la tierra hay insectos grotescos, ya no hay música, oímos sólo el crepitar terrible de los seres que habitan en el barro y la desesperada lucha por sobrevivir del hombre que sufrió un ataque.

El problema no es conseguir penetrar el secreto de las cosas, conocer íntimamente a algún personaje admirado por ejemplo, sino hacerlo demasiado bien, acercarse tanto a un objeto de manera tal que pierda su dimensión fantasmática, que se desintegre el soporte de fantasías que constituía la realidad, pues ese objeto, despojado ya de realidad, se convierte (¿o siempre fue?) en lo Real: todo aquello que se resiste a la simbolización. Los ejemplos de Zizek son tan adecuados que es imposible no citarlos:

“Tal vez el aspecto que caracteriza a la verdadera amistad es precisamente el saber tácitamente cuándo detenernos, sin traspasar un cierto punto y “confiarle todo” a un amigo. Le decimos todo a un psicoanalista, pero, precisamente por eso, nunca puede ser nuestro amigo…”[2]

Un ejemplo cinematográfico que me gusta mucho es el cartel de “¡Prohibido el paso!” al principio y al final de El ciudadano Kane: es peligroso entrar al terreno de la máxima intimidad, pues cuando las fantasías ya no soportan el “sentido de la realidad” del sujeto, cuando se desintegra la estructura, el sujeto sufre una “pérdida de realidad”; todo parece irreal, pesadillesco, flojo como arena. Lo más terrible de todo esto es que nada ha cambiado, el universo pesadillesco no es una ilusión: es lo que queda de la realidad cuando las fantasías se han desvanecido.

¿Qué tiene que ver todo esto con La novia, El padre de Frankenstein o un extraño sujeto clamando “I’m a monster”? Creo que absolutamente todo. El monstruo creado por Frankenstein es muchos cadáveres, es incapaz de comunicarse sin provocar terror o gritos despavoridos, su condición es terrible: está solo e incluso cuando una pareja es fabricada exclusivamente para él la comunicación es imposible. El arte es la construcción de la realidad que nos permite vislumbrar lo Real: el mundo despojado de representaciones o fantasías; en este sentido, es más real que la realidad. ¿No es el monstruo creado por Frankenstein similar, incluso igual a nosotros? I’m not a human. I’m a monster: soy el resultado de miles de cadáveres que pudieron reproducirse, mi material genético es una colección arbitraria de características de otros individuos, mis costuras no son visibles, pero las divisiones entre cada célula de mi cuerpo no son muy distintas; trato de comunicarme con otras personas, pero sólo consigo que mi boca balbucee a medias lo que quiero decir, en la lejanía parezco normal, tal vez sólo un poco huraño, pero la aproximación desmedida revela mis deformidades. El monstruo de La novia es ese acercamiento desmedido: a lo lejos parecería sólo la silueta de un hombre, entre más nos aproximáramos podríamos notar la deformidad de su figura, las manazas, la cabeza cuadrada, los tornillos, las costuras que mantienen unidas las partes del cuerpo. Aunque pudiera elaborar una mujer a mi gusto, aunque dios diseñara una, eso no significaría que yo le agradara o que al intentar acercarme a ella no gritara despavorida al verme tan de cerca. No es fortuito que cuando el monstruo y su novia se vean desde cierta distancia no haya problema: la mujer sólo grita cuando el otro se acerca, cuando toma su mano, cuando trata de hablarle.

Copy_of_BrideofF

Gods and monsters y El padre de Frankenstein muestran lo mismo entre la relación de Whale y Clay. A medida que el jardinero se aproxima más y más a los profundos traumas de Jimmy siente la necesidad de huir, se confunde y no sabe qué espera o quiere de él. Además de las obvias similitudes de Clayton con el monstruo de la película de Whale, está el conflicto de la proximidad: en la escena culminante de la película, Jimmy intenta abusar de Clayton. La proximidad es demasiada como para ser tolerada, Clay casi mata a Whale. Aquí accedemos a lo Real a través del creador, no del monstruo. El señor Jimmy muestra el sin sentido de la vida, mejor dicho, que el sentido es tener deseos: cuando el último anhelo de su vida falla (provocar que Clayton lo mate) no le queda nada. En su infancia su preocupación era ser alguien, una vez que lo consiguió y luego de su enfermedad, ya no tenía nada que hacer: tedio, es el nombre que le dan los poetas. Cuando no queda nada, cuando el hombre es despojado de la confortable estructura fantasmática que hace soportable el mundo queda solo con lo pesadillesco y debe enfrentar una vez más lo Real, las cicatrices más profundas: la guerra, el olor a pringue, la soledad…

Debo decir que la película fue más de mi agrado que el libro: los adaptadores supieron trasladar los procesos mentales de los personajes de alguna manera a la pantalla, con acciones. Por ejemplo: en el libro Whale nunca le regala el boceto del monstruo; en la película, es necesario que esto ocurra, porque, como no podemos acceder al pensamiento del viejo director, la relación de Boone con el monstruo no es tan evidente.

Tal vez el aspecto que más me molesto de la adaptación es la sustitución de María por Hanna. ¿No pudieron encontrar a una actriz latina que diera la talla?, ¿minucias del cine?, ¿tan atroz era que una mexicana besara a Sir Ian McKellen (sólo en la película, claro está)? La actuación de la sirvienta es excelente, pero considero que el personaje de María en el libro de Bram es excepcional como para dejarlo pasar.

Una de las películas de terror más emblemáticas del siglo xx, cualquiera pensaría que es la fantasía llevada al límite; sin embargo, creo que es justamente por lo opuesto que aterró a las audiencias de su época (y a algún espectador contemporáneo inteligente): muestra lo ridículo de las instituciones clásicas (el rey, la reina, el obispo…), vida artificialmente creada, absurda, constreñida a una pequeña esfera (¿o frasco?) de acción, el minúsculo tamaño significa algo. El otro, el monstruo, es una amalgama indecible de cuerpos, de características (como todo hombre), es incapaz de comunicarse, de expresar algo. La escena con el ciego es conmovedora, pero recordemos que el pobre solitario no accede a la verdadera intimidad del monstruo: un monstruo es un monstruo sólo porque su intimidad está a la vista de todos, es el ser más sincero, más Real. Si hubiera podido ver al monstruo antes de que lo capturaran, ¿lo seguiría considerando su amigo o hubiera huido despavorido? Es una respuesta que no me atrevo a responder, se parece a ¿te reirías de un muy buen chiste contado por un violador y asesino múltiple?

Quiero concluir este breve ensayo (disculpen el interlineado a 1.15): hay que ahorrar papel) con una consideración muy Real. Las líneas que el monstruo dice antes de volar todo el lugar: “We belong dead”. Nuestras costuras están ocultas, la ropa que usamos no es más que una broma que no puede ocultar el monstruoso cuerpo que llevamos debajo, hablar con alguien directamente desde la intimidad más sincera es el camino para tener psicoanalistas (no amigos), nuestra comunicación se parece más a una hilacha de gemidos tristes que a verdadera comprensión (¿qué otra razón hay para matar además de la incapacidad de comprender al otro?), somos cadáveres aplazados (el verso es de Pessoa), pertenecemos a los muertos.

bride_of_frankenstein_elsa_lanchester2


[1] Zizek!, 2005, dirigida por Astra Taylor, EU y Canadá. http://www.imdb.com/title/tt0478338/

[2] El acoso de las fantasías, Slavoj Zizek, traducción de Clea Braunstein Saal,3ª ed., Siglo xxi, 2007, pág. 34.