viernes, 24 de abril de 2009

Mi súper robot

Lo había pensado mientras veía un torneo de robots que se organizó en el politécnico hace como año y medio.

Súper Robot

Aprovechen.

martes, 21 de abril de 2009

La representación y el enigma del mundo

Un brevísimo resumen del concepto de mundo schopenhaueriano. En mi tesis debo ampliarlo más. Se aceptan sugerencias, je.

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Schopenhauer reconoce el gran mérito kantiano: la distinción entre el fenómeno y la cosa en sí. Esta separación implica que nuestra manera de acceder al mundo no es de ninguna manera directa: entre las cosas y nosotros está el intelecto. No podemos conocer el ser en sí de las cosas, pues la aprioridad de las formas cognoscitivas se basan en el origen subjetivo de las mismas, lo que quiere decir que estamos circunscritos en un mundo de meros fenómenos. Antes de Kant estábamos en el tiempo; ahora el tiempo está en nosotros, dice Schopenhauer. Sin embargo, la solución del enigma del mundo es posible y debe proceder de la comprensión del mundo mismo: la función de la metafísica es comprender a fondo la experiencia, no sobrevalorarla.

Para Schopenhauer sólo hay dos cosas: la voluntad y su representación. El mundo como representación está dividido en dos mitades: el sujeto, el ser que conoce y no es conocido, y la representación, el objeto, sometido al principio de razón suficiente (tiempo, espacio y causalidad). La representación es conocida por el sujeto y, como en él se hallan a priori el tiempo, el espacio y la causalidad, la representación necesariamente estará sometida a dichos principios. Las representaciones son de dos tipos: intuitivas (abarcan todo el mundo visible, o el conjunto de la experiencia, junto con sus condiciones de posibilidad) y abstractas (constituidas por los conceptos). Entre el objeto y el sujeto no hay ninguna relación de causa y efecto. Es importante destacar esto, pues dicha relación sólo se da en los objetos y sólo existe para el entendimiento, cuya función es transformar la mera sensación percibida en conocimiento puro de la causa a partir del efecto, o sea, en intuición. Tanto el objeto como el sujeto son indispensables el uno para el otro: donde empieza uno termina el otro, el ser de uno es el otro y viceversa, los dos aparecen y se extinguen en el mismo momento. El mundo comenzó a existir en cuanto abrió su primer ojo, antes de ese acontecimiento nada tenía significado, ni había causalidad, tiempo o espacio, pues no había un sujeto que completara el mundo como representación.