lunes, 1 de diciembre de 2008

We belong dead

Va el último ensayo para mi clase de cine. Espero les guste… prometo alguna vez darle una segunda leída y corregir los errores, je.

Karloff, Boris (Bride of Frankenstein, The)_01 

“I’m not human. I’m a monster.” Clama Zizek; el nombre del documental es poco original: Zizek![1] El extraño hombre en la pantalla gesticula exageradamente sobre cómo es peligrosa la moda de algunos intelectuales que gustan jugar al juego “pero ya sabe, quizá tengamos estas diferencias, pero en el fondo todos somos humanos, nos gustan los pequeños placeres de la vida: el chocolate, una buena película…”

Imaginemos la siguiente situación: por fin tenemos oportunidad de conocer al vocalista de nuestro grupo de música favorito o a nuestro escritor preferido, luego de platicar tendidamente nos confiesa su trauma personal más profundo. El carisma se evapora entonces y sentimos la necesidad de salir huyendo de ahí… exceso de proximidad. Es el mismo fenómeno que en las películas de Lynch, pienso en la primera escena de Blue Velvet (1986), por ejemplo (y el ejemplo, de nuevo, es de Zizek): un tranquilo suburbio norteamericano, todo flores y verdor, casas perfectas, un hombre que riega un césped podado con precisión… y, súbitamente, un ataque al corazón; el hombre se toca el pecho, la música se distorsiona, la cámara se aproxima cada vez más a la inmaculada alfombra verde, podemos ver que no es tan pareja y suave como parece, ya podemos distinguir cada hoja de pasto, pero la cámara no se detiene, continúa acercándose, la luz del Sol ya no penetra esas profundidades, debajo de la áspera capa de césped hay tierra y en la tierra hay insectos grotescos, ya no hay música, oímos sólo el crepitar terrible de los seres que habitan en el barro y la desesperada lucha por sobrevivir del hombre que sufrió un ataque.

El problema no es conseguir penetrar el secreto de las cosas, conocer íntimamente a algún personaje admirado por ejemplo, sino hacerlo demasiado bien, acercarse tanto a un objeto de manera tal que pierda su dimensión fantasmática, que se desintegre el soporte de fantasías que constituía la realidad, pues ese objeto, despojado ya de realidad, se convierte (¿o siempre fue?) en lo Real: todo aquello que se resiste a la simbolización. Los ejemplos de Zizek son tan adecuados que es imposible no citarlos:

“Tal vez el aspecto que caracteriza a la verdadera amistad es precisamente el saber tácitamente cuándo detenernos, sin traspasar un cierto punto y “confiarle todo” a un amigo. Le decimos todo a un psicoanalista, pero, precisamente por eso, nunca puede ser nuestro amigo…”[2]

Un ejemplo cinematográfico que me gusta mucho es el cartel de “¡Prohibido el paso!” al principio y al final de El ciudadano Kane: es peligroso entrar al terreno de la máxima intimidad, pues cuando las fantasías ya no soportan el “sentido de la realidad” del sujeto, cuando se desintegra la estructura, el sujeto sufre una “pérdida de realidad”; todo parece irreal, pesadillesco, flojo como arena. Lo más terrible de todo esto es que nada ha cambiado, el universo pesadillesco no es una ilusión: es lo que queda de la realidad cuando las fantasías se han desvanecido.

¿Qué tiene que ver todo esto con La novia, El padre de Frankenstein o un extraño sujeto clamando “I’m a monster”? Creo que absolutamente todo. El monstruo creado por Frankenstein es muchos cadáveres, es incapaz de comunicarse sin provocar terror o gritos despavoridos, su condición es terrible: está solo e incluso cuando una pareja es fabricada exclusivamente para él la comunicación es imposible. El arte es la construcción de la realidad que nos permite vislumbrar lo Real: el mundo despojado de representaciones o fantasías; en este sentido, es más real que la realidad. ¿No es el monstruo creado por Frankenstein similar, incluso igual a nosotros? I’m not a human. I’m a monster: soy el resultado de miles de cadáveres que pudieron reproducirse, mi material genético es una colección arbitraria de características de otros individuos, mis costuras no son visibles, pero las divisiones entre cada célula de mi cuerpo no son muy distintas; trato de comunicarme con otras personas, pero sólo consigo que mi boca balbucee a medias lo que quiero decir, en la lejanía parezco normal, tal vez sólo un poco huraño, pero la aproximación desmedida revela mis deformidades. El monstruo de La novia es ese acercamiento desmedido: a lo lejos parecería sólo la silueta de un hombre, entre más nos aproximáramos podríamos notar la deformidad de su figura, las manazas, la cabeza cuadrada, los tornillos, las costuras que mantienen unidas las partes del cuerpo. Aunque pudiera elaborar una mujer a mi gusto, aunque dios diseñara una, eso no significaría que yo le agradara o que al intentar acercarme a ella no gritara despavorida al verme tan de cerca. No es fortuito que cuando el monstruo y su novia se vean desde cierta distancia no haya problema: la mujer sólo grita cuando el otro se acerca, cuando toma su mano, cuando trata de hablarle.

Copy_of_BrideofF

Gods and monsters y El padre de Frankenstein muestran lo mismo entre la relación de Whale y Clay. A medida que el jardinero se aproxima más y más a los profundos traumas de Jimmy siente la necesidad de huir, se confunde y no sabe qué espera o quiere de él. Además de las obvias similitudes de Clayton con el monstruo de la película de Whale, está el conflicto de la proximidad: en la escena culminante de la película, Jimmy intenta abusar de Clayton. La proximidad es demasiada como para ser tolerada, Clay casi mata a Whale. Aquí accedemos a lo Real a través del creador, no del monstruo. El señor Jimmy muestra el sin sentido de la vida, mejor dicho, que el sentido es tener deseos: cuando el último anhelo de su vida falla (provocar que Clayton lo mate) no le queda nada. En su infancia su preocupación era ser alguien, una vez que lo consiguió y luego de su enfermedad, ya no tenía nada que hacer: tedio, es el nombre que le dan los poetas. Cuando no queda nada, cuando el hombre es despojado de la confortable estructura fantasmática que hace soportable el mundo queda solo con lo pesadillesco y debe enfrentar una vez más lo Real, las cicatrices más profundas: la guerra, el olor a pringue, la soledad…

Debo decir que la película fue más de mi agrado que el libro: los adaptadores supieron trasladar los procesos mentales de los personajes de alguna manera a la pantalla, con acciones. Por ejemplo: en el libro Whale nunca le regala el boceto del monstruo; en la película, es necesario que esto ocurra, porque, como no podemos acceder al pensamiento del viejo director, la relación de Boone con el monstruo no es tan evidente.

Tal vez el aspecto que más me molesto de la adaptación es la sustitución de María por Hanna. ¿No pudieron encontrar a una actriz latina que diera la talla?, ¿minucias del cine?, ¿tan atroz era que una mexicana besara a Sir Ian McKellen (sólo en la película, claro está)? La actuación de la sirvienta es excelente, pero considero que el personaje de María en el libro de Bram es excepcional como para dejarlo pasar.

Una de las películas de terror más emblemáticas del siglo xx, cualquiera pensaría que es la fantasía llevada al límite; sin embargo, creo que es justamente por lo opuesto que aterró a las audiencias de su época (y a algún espectador contemporáneo inteligente): muestra lo ridículo de las instituciones clásicas (el rey, la reina, el obispo…), vida artificialmente creada, absurda, constreñida a una pequeña esfera (¿o frasco?) de acción, el minúsculo tamaño significa algo. El otro, el monstruo, es una amalgama indecible de cuerpos, de características (como todo hombre), es incapaz de comunicarse, de expresar algo. La escena con el ciego es conmovedora, pero recordemos que el pobre solitario no accede a la verdadera intimidad del monstruo: un monstruo es un monstruo sólo porque su intimidad está a la vista de todos, es el ser más sincero, más Real. Si hubiera podido ver al monstruo antes de que lo capturaran, ¿lo seguiría considerando su amigo o hubiera huido despavorido? Es una respuesta que no me atrevo a responder, se parece a ¿te reirías de un muy buen chiste contado por un violador y asesino múltiple?

Quiero concluir este breve ensayo (disculpen el interlineado a 1.15): hay que ahorrar papel) con una consideración muy Real. Las líneas que el monstruo dice antes de volar todo el lugar: “We belong dead”. Nuestras costuras están ocultas, la ropa que usamos no es más que una broma que no puede ocultar el monstruoso cuerpo que llevamos debajo, hablar con alguien directamente desde la intimidad más sincera es el camino para tener psicoanalistas (no amigos), nuestra comunicación se parece más a una hilacha de gemidos tristes que a verdadera comprensión (¿qué otra razón hay para matar además de la incapacidad de comprender al otro?), somos cadáveres aplazados (el verso es de Pessoa), pertenecemos a los muertos.

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[1] Zizek!, 2005, dirigida por Astra Taylor, EU y Canadá. http://www.imdb.com/title/tt0478338/

[2] El acoso de las fantasías, Slavoj Zizek, traducción de Clea Braunstein Saal,3ª ed., Siglo xxi, 2007, pág. 34.

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