domingo, 10 de agosto de 2008

Gothics, emos, darketos y demás ilusos

Puedo pensar en pocas cosas más patéticas que elaborar la imagen del mundo con un esquema pre-fabricado que curiosamente embona (o termina por embonar) en la expresión de modernidad respectiva ―no hay una modernidad, hay muchos proyectos de modernidad. La china es distinta que la latinoamericana, la estadounidense no es igual que la europea, etc... Los darketos japoneses difieren de los mexicanos, por ejemplo, y responden a tendencias de consumo distintas.

La expresión "imagen del mundo" no se refiere únicamente al exterior, como comúnmente lo llamamos, sino que, en palabras de Schopenhauer, tus manos, tu cabello, tu cuerpo ya son representaciones ―imágenes― del mundo que percibes. Todos estos sub-grupos construyen su realidad patéticamente; comienzan por ellos mismos: peinados característicos (supongo que todo salón de belleza debería tener revistas especiales para que los emos, darketos, punks, etc... pudieran escoger el suyo), ropa de ciertas marcas, colores, moños... cualquier cosa. La única justificación imaginable para su conducta es que somos animales sociales, necesitamos identificarnos con un grupo... bla, bla, bla... no me trago esas pendejadas. Ese happy thinking, "i love the world", "todos somos seres humanos en el fondo" es peligroso.

Lo que hay que evitar es caer en el error de ellos; con sus actitudes creen desafiar o probar algo. Pero eso no es lo alarmante: lo peligroso es cuando las masas comienzan a sentirse amenazadas por un corte de cabello o unos moños en la cabeza. La violencia generalizada en contra de los emos no es un acto de brutalidad descerebrada: refleja temor. Recordemos que ejercer la autoridad hasta el límite es signo de debilidad. Todo poder es simbólico: si lo ignoramos no significa nada, destruimos el símbolo. El fin de toda minoría fashion es provocar una reacción. La nada no provoca reacciones: tratémoslos como la nada que son. Aquí una genial imagen de Maddox.

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